Durante la manifestación semanal en la aldea Cisjordana de Nabi Salah contra la progresiva anexión de sus tierras por los asentamientos de la zona, el ejército racista israelí reprimió la manifestación de una manera particularmente repugnante y mal olienta.
Por varios minutos, los soldados racistas israelíes rociaron con agua podrida (agua de cloaca) las casas en el centro del pueblo, aunque la maldad no terminó allí sino que también tiraron agua en los techos de las casas palestinas donde se sabe, a falta de agua potable, las familias palestinas juntan el agua que queda de las lluvias. Los soldados del Gobierno del Apartheid Israelí también rociaron el cementerio del pueblo con la misma agua podrida.