Embajador Muaqqat a Diario Uno de Mendoza: Un anhelo de libertad

Reportaje de pablo Patiño para Diario UNO, Mendoza

El actual embajador palestino en Argentina expone con vehemencia la lucha de su pueblo por conseguir, tras 62 años, la independencia y un Estado. Afirma que las actuales negociaciones no pueden fracasar.

Walid Muaqqat es el tercer embajador palestino que desempeña funciones en la Argentina. Estuvo en Mendoza dando dos conferencias en la Universidad Nacional de Cuyo y en la Universidad de Congreso, en la que expuso ampliamente sobre la actual situación de los palestinos y su causa. También tuvo palabras de agradecimiento a la comunidad internacional que ha colaborado ampliamente en la construcción de muchas escuelas, hospitales e incluso, dice, del parque automotor en los territorios palestinos.

Muaqqat es un diplomático de hablar pausado pero con matices de firmeza, que se le nota cuando denuncia el largo sufrimiento que padecen los palestinos desde noviembre de 1947, cuando una resolución de la ONU dividió el territorio palestino en dos estados: uno judío y uno Estado árabe-palestino.

Aquello, relata, fue para nosotros una decisión dolorosa e inconsulta, que marcó el inicio de un camino de sufrimiento y de pesar. Muchos fueron expulsados por medio de la violencia y el terror y los que se quedaron permanecieron como refugiados en su propia tierra, o viviendo en el naciente estado como ciudadanos de segunda categoría.

Muaqqat, al avanzar en su denuncia, asegura que 726 mil palestinos fueron expulsados al exilio a manos de bandas terroristas armadas que sólo llevaban como propósito sembrar el terror, para forzar al pueblo palestino que allí habitaba a huir dejando todos su bienes atrás para poder salvar sus vidas.

Al narrar lo que el denomina “la pesadilla” asegura que 531 poblados y aldeas palestinas fueron arrasados para poder construir sus ciudades y kibutz sobre las ruinas, en una sucesión de acontecimientos que pretendía borrar la memoria de un pueblo originario que por siglos había habitado allí.

–¿Cuales son las pretensiones palestinas hoy ante la reapertura de las negociaciones?
– Giran en torno de los intentos de generar un Estado palestino independiente, en paz, armonía, seguridad y condiciones de buena vecindad.

–¿Cuántos intentos han realizado para alcanzar sus derechos y por ende un Estado?
–Primero, acudimos a la lucha armada, una lucha de liberación con el compromiso de reivindicar nuestros derechos en la arena internacional, desde afuera de Palestina hacia su interior. El eslogan político de aquella época era “liberación para crear un Estado democrático en Palestina, un estado único en donde judíos, cristianos y musulmanes puedan vivir en un estado secular de carácter no sectario”.

–¿Cuál es su actual modelo de lucha?
–Nuestra lucha es acabar con el mandato colonial. Esta lucha la hemos visto en Sudáfrica cuando combatieron el apartheid, lo que finalmente tuvo éxito. Allí se creó una comunidad pluralista, multiétnica, en donde había blancos, negros, judíos, musulmanes y cristianos, que generó un estado donde cada ciudadanos tenía un voto. Otro modelo que se ha optado es el modelo de Mandela, de Gandhi y de Luther King, que son formas de luchas no violentas en busca de la independencia.

–¿Entonces los palestinos han abandonado la lucha armada?
–En cierto momento hay que abandonar la lucha armada y embarcarse en una negociación no violenta para lograr la paz concordante con ese objetivo de instaurar un Estado independiente, seguro, próspero, en buena vecindad. Un Estado donde los palestinos no se encuentren en la situación que se encuentran hoy, sino en situación de independencia, teniendo la libertad de elección y ejercicio de sus derechos; en el cual se haya resuelto el problema de los asentamientos, que han generado la tragedia del pueblo palestino al interior de la frontera.

–Se dice que después de la reunión de Obama y Netanyahu los palestinos se sienten muy desilusionados…

–Estados Unidos es un actor muy importante en los procesos de paz. Es algo complejo, porque EE.UU. es un aliado muy cercano de Israel y, sin embargo, como el país más poderoso del mundo debe jugar un rol mediador y los mediadores no deben ser aliados de las partes, porque en realidad se les debe percibir neutrales. Los estadounidenses han tomado partido en la cuestión palestina. Y en algunos casos, lo han hecho muy constructivamente. Pero después de 17 años de intentos, nos encontramos en un momento crucial en el que es preciso tomar decisiones.

–¿Son desiguales las actuales conversaciones?
–Estamos en desventaja. Israel no cumple ni sus obligaciones y a los palestinos se les pide que entablen negociaciones directas.

–¿Esperan otro traspié en las tratativas?
–No podemos perder tiempo. Los palestinos e israelíes no pueden permitirse otra ronda de negociaciones fracasadas. Antes de emprender negociaciones directas, Israel debe explicar cuál es su visión de paz. Si su postura es la del discurso del primer ministro Netanyahu, que expresa: “Refugiados, Jerusalén, seguridad, fronteras, espacio aéreo, son puntos no negociables”, no hay nada que hacer.

–¿Por qué no hay nada que hacer?
–Porque las llamadas “medidas de confianza” ofrecidas por el gobierno israelí no son un “regalo” para el pueblo palestino, sino medidas aprobadas ya en los Acuerdos de Oslo, que Israel debería haber cumplido antes del año 2000.

–¿Qué esperan después de 17 años de negociaciones?
–Todos debemos aprender de los errores del pasado. Unas negociaciones en las que no haya un compromiso, una visión y unos términos de referencia comunes son inaceptables. Ya lo hemos intentado y no ha funcionado. Unas negociaciones deben llevar al establecimiento de un Estado palestino soberano con Jerusalén oriental como su capital, y el derecho al retorno de los refugiados palestinos.

–¿Qué significado tiene para usted la palabra libertad?
–Significa control sobre nuestras fronteras; tener nuestro gobierno ubicado en nuestra capital histórica, el centro de nuestra cultura y fe. Jerusalén no pertenece a una sola fe, a un pueblo; significa respetar el derecho de los palestinos al retorno, no ser más refugiado; acceso y control sobre nuestros recursos natureales, incluyendo el agua; la habilidad de decidir nuestro propio destino, de trabajar, de abrir negocios e ir a la escuela sin temor a tropas de otro país. Simplemente, libertad significa poder avanzar en nuestra vidas y en nuestro país libre.

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