Dos caras de una misma moneda: ¿Cómo los soldados y los colonos se completan entre sí?

La mayoría de las veces, los soldados y los colonos no son adversarios, sino que se completan mutuamente. Los colonos despojan a los palestinos de sus tierras, y los soldados fingen que no tienen otra opción sino que defenderse.

Foto 1 - 22 de julio de 2013

Hace unas tres semanas, S., un residente de la aldea de Cisjordania de Qusra, que está bajo ataque constante por parte de los colonos, llevó a su rebaño de cabras a pastar. En el momento en que estaba cuidando a sus cabras en los alrededores de un edificio perteneciente a su familia, el cual fue destruido por los colonos, varios vehículos de las Fuerzas de Ocupación llegaron al lugar.

Los soldados descendieron de los vehículos, y uno de ellos se acercó a S. y a su ganado, comenzando a patear a las cabras de S. Cuando S. protestó, el soldado empezó a darle empujones y a amenazarlo, mientras que el resto de los soldados grababan la situación en un vídeo y se reían a carcajadas.

Aunque S. sostiene que no estaba ni siquiera cerca del asentamiento más cercano – Esh Kodesh -, el soldado amenazó con que si lo veía de nuevo, lo iba a pagar muy caro. Y luego vino la amenaza más interesante: “Si usted no se ha ido dentro de diez minutos, voy a llamar a los colonos, está claro.”

Interesante

Es común decir que hay injusticia en los territorios, pero que no es realizada con la maldad de los soldados. Todos los “buenos” de Israel son soldados, y no les gusta la imagen proyectada en ellos por las cámaras, a excepción de los colonos. Estos últimos son presentados a menudo como una fuerza de la naturaleza, que manipula a los funcionarios políticos como si fueran una marioneta. Pero los soldados ‘no tienen la culpa’. En el peor de los casos, pueden sentirse frustrados, cansados, deprimidos, de mal humor, y por lo tanto de vez en cuando pueden estallar. Sin embargo, nunca es por maldad, simplemente se trataría de negligencia. La situación tiene la culpa, no el soldado. Y cuando la situación es la culpable, entonces nadie tiene la culpa.

Pero la realidad sobre el terreno es muy diferente. Los colonos no serían capaces de aterrorizar a sus vecinos si ellos no supieran  que cuentan con el apoyo del ejército más poderoso de Oriente Medio, capaz de  convertir una aldea en un centro de formación, o transformarse en una cuadrilla armada tan rápido como la caída de un sombrero. Sin el ejército, los colonos  no podrían existir.

Y viceversa: sin los colonos, al ejército le resultaría difícil mantener su control sobre Cisjordania. La retirada de algún campamento militar olvidado de Dios es mucho más fácil que un “arreglo”.  En todo el período de asentamientos, el ejército (supuestamente un organismo neutral, que obedece las órdenes del gobierno elegido) fue parte del robo de tierras. Ningún asentamiento y ningún puesto de avanzada fueron construidos sin la aprobación del ejército.

La mayoría del tiempo, los soldados y los colonos no son adversarios, sino que son dos piezas que se complementan mutuamente. Son el policía bueno y el policía malo. Los colonos despojan a los palestinos de sus tierras, y los soldados fingen que no tienen otra opción sino que defenderse. Por estar allí, los colonos permiten al ejército fingir que tiene una misión legítima de protección, a pesar de que la función jurídica del ejército es defender no tan sólo a los colonos sino también a la población indígena de los territorios ocupados, es decir, a los palestinos. Por otra parte, a medida que más y más miembros de las clases establecidas de Israel evitan el ejército, ya que su misión es la ocupación, los colonos les proveen de soldados y oficiales.

El uso de los colonos como apoyo a los soldados no es nuevo: cuando el ejército israelí se volvió loco en Awarta después de la masacre de Itamar hace unos 30 meses, los pobladores informaron que los soldados les comunicaban a los colonos cómo eludir sus propios retenes del ejército para que pudieran causar estragos en el pueblo. En un caso se informó que un policía de fronteras le proveyó una vara a un colono y le pidió que golpeara a los residentes de Awarta en su nombre. En otro caso, los soldados solicitaron a los colonos dañar a los aldeanos en su lugar, ya que se le estaba prohibido. Así es como están las cosas lejos de los altos mandos: los colonos son un azote para aplastar la cabeza de los palestinos. Su violencia es evidente, y es una herramienta útil para mantener el orden.

O, más bien, el terror.

Fuente: Escrito por Yossi Gurvitz en su calidad de un bloguero de  Yesh Din, Voluntarios por los Derechos Humanos. Una versión de este artículo fue publicada por primera vez en  el blog de Yesh Din.  Yossi Gurvitz, para el blog Yesh Din – 972 Magazine

 

 

 

 

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