Cómo nos convertimos todos en palestinos

Reseña del último libro de William Cook, “La década del engaño”

Gilad Atzmon

gilad.co.uk

El libro de William A. Cook Decade of Deceit -La década del engaño- es una colección de espectaculares artículos escritos por un hombre que ha concienciado gradualmente el significado de la desastrosa “sionificación” de nuestro universo. Siendo una voz poética auténtica y única, Cook nos conduce, paso a paso, a desentrañar la hipocresía que ha contaminado todos los aspectos de nuestra vida moral, cultural, espiritual y política.

Pero Cook no es sólo un poeta excepcional, es también un profesor de inglés y esa síntesis entre la estética y lo académico es la que hace de este libro un texto espiritual asombroso y fascinante. Es esta mezcla única entre la precisión científica y la belleza creativa la que hace del libro mencionado una lectura obligatoria.

Las colecciones de artículos pueden ser tediosas, pero a veces también nos pueden dar una idea del funcionamiento de una mente profética fuerte y astuta. Decade of Deceit nos presenta a un pensador ético y las formas en que ha forjado sus pensamientos acerca de Israel, Palestina, EE.UU., la política contemporánea, y de nosotros mismos, los testigos de nuestra propia tragedia emergente.

Cook es un artesano de la palabra natural con la rara capacidad de ofrecer, por medio de la belleza, un mensaje muy conmovedor. Este intelectual inglés y americano sabe claramente cómo convertir su pluma en una espada. Sin embargo, sólo apunta a la paz, la armonía y la reconciliación. En diciembre de 2002 escribió a Osama Bin Laden, “la venganza es una enfermedad que multiplica, divide y se convierte en el azote de la humanidad, es un anatema para la creación, ya que destruye lo que hay”. Pero entonces, sólo unas pocas páginas más adelante, como si el infierno estuviera a punto de desatarse, Cook nos deslumbra son su búsqueda de de la armonía. En marzo de 2003, cuando Estados Unidos fue a la guerra escribió: “Fui al lago para encontrar la paz, siendo esta la semana en la cual el presidente dio una de sus raras conferencias de prensa y en la que nosotros, el público, tenemos la única oportunidad de verlo actuar. También es la semana en la que Estados Unidos va a la guerra”.

Se necesita coraje para mirar al diablo a los ojos, pero se necesita aún más valor para plantear las siguientes preguntas en la América libre. “¿Qué alimenta la esclavitud, la limpieza étnica, el robo de tierras y el genocidio? ¿Qué es lo que permite a la mente justificar el encarcelamiento de otro sin causa, sin juicio, sin derecho al debido proceso y la presunción de inocencia hasta que se demuestre su culpabilidad? ¿Qué permite a un alma aceptar la dominación sobre otro, para degradar y humillar a otros seres humanos, para participar o consentir al genocidio?” Y Cook no tiene miedo de responder a su pregunta: “Genocidios y holocaustos surgen de celos incontrolados, de creerse con derechos incuestionables, y del silencioso beneplácito. Están alimentados por la fe ciega, el miedo personal y un sentimiento de superioridad que da licencia para masacrar”. Se trata claramente de una lectura inteligente de la excepcionalidad, tanto israelí como estadounidense. La combinación de miedo, la superioridad y el dogmatismo son de efecto letal.

A medida que avanzamos a través del texto, las preguntas y observaciones formuladas por Cook se vuelven cada vez más cruciales. A partir de 2003, el imperio angloparlante dócilmente se dejó convertir en una misión de la fuerza de Israel, la guerra de Irak es sólo un ejemplo obvio. En noviembre de 2007 Cook escribió: “La noche anterior me desperté de un sueño con un sobresalto, el mundo se había vuelto del revés… el sol no brillaba, la luna no había salido… la oscuridad envolvía la tierra y todo lo que había ya no estaba…” Pero la sombría realidad en la que vivimos llevó a Cook a darse cuenta de que en realidad “aún no se ha despertado de ese sueño”.

“Estoy viviendo ese sueño hoy tal como vi al mundo caminar en la oscuridad, aturdido por el engaño, deseoso de poner fin a la violencia de estos últimos 60 años, expectante, esperanzado, un poco temeroso de que la alegría del momento pueda estropeárseles a ellos y a los palestinos si las condiciones de los sionistas no se cumplen, incluso si esto significa que todos debemos aceptar la voluntad de aquéllos que controlan por la fuerza del poder y gobiernan sin tener piedad de cualquier que se interponga en el camino de sus deseos. La bestia de la hipocresía anda por las calles de Annapolis, oculta su fealdad debajo de su abrigo de cachemir, entra en la sala de conferencias para presentar con elegante verborragia su compasiva intención de que la paz pueda finalmente llegar al Medio Oriente; pero en la oscuridad no vemos los gusanos que carcomieron las entrañas morales de las personas que se reunieron para negar al pueblo de Palestina la justicia que legítimamente merece”.

Nos encontramos sin duda, día tras día, engañados por un sistema que ha sido secuestrado por una potencia extranjera. En octubre de 2011 Cook revela su propia visión de la realidad americana actual:

“Los ciudadanos ya no controlan su gobierno, son sus esclavos. Los representantes ya no sirven a los ciudadanos buscando su consentimiento para gobernar, son servidores de las corporaciones y los grupos de presión que controlan el sistema económico que esclaviza al ciudadano. Los presidentes ya no protagonizan, son los lacayos obedientes de sus supervisores corporativos. La libertad de expresión y de creencias y estar libres del temor y la miseria ya no determinan las necesidades de los seres humanos, la economía del mercado reemplaza a todo aquello a expensas de los ciudadanos y los derechos humanos. Existimos en un mundo empresarial de guerras interminables, de venganza y recriminación, donde el miedo es una mercancía que aprisiona la mente, donde la codicia destruye los recursos de este planeta sin el menor remordimiento, y una arrogancia insaciable que no alberga ninguna preocupación por aquellos a los que destruye”.

Sólo puedo suponer que el peregrinaje de Cook le ha llevado a darse cuenta de que, por ahora, todos nos hemos convertido en palestinos. Todos estamos sometidos a ese mismo abuso total que ha robado y distorsionado todos y cada uno de los preciosos valores que alguna vez hicieron de Occidente un terreno meritorio. Así que supongo que una interpretación posible de la labor de Cook puede ser también que la solidaridad con Palestina debe comenzar en casa y que si no nos liberamos en primer lugar a nosotros mismos, muy poco es lo que podemos ofrecer a los demás.

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