Opinión: Israel está urdiendo un final de juego

Ramzy Baroud

The Palestine Chronicle

Las políticas de colonización de Israel están entrando en una alarmante nueva fase comparable por su magnitud histórica con los planes originales de colonizar Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental tras la guerra de 1967.

El 24 de abril [de 2012] un comité ministerial israelí aprobó tres puestos avanzados de colonias*: Bruchin y Rechelim al norte de Cisjordania y Sansana en el sur. Aunque el derecho internacional considera que todas las actividades relacionadas con las colonias en los ocupados Cisjordania y Jerusalén Oriental son ilegales, la legislación israelí diferencia entre colonias autorizadas e “ilegales”. En realidad, esta distinción ha demostrado no ser sino un calculado intento de combinar el derecho internacional, que se aplica a las tierras ocupadas, y la legislación israelí, que no es en absoluto relevante [en ellas].

Desde 1967 Israel establece diferentes categorías entre la tierra palestina ocupada, ya sea de propiedad privada o de otro tipo. Una de estas categorías es “propiedad del Estado”, como la obtenida en virtud de la ocupación militar. Durante muchos años la tierra ocupada “propiedad del Estado” se destinó a diferentes propósitos. No obstante, desde 1990 el gobierno israelí ha evitado establecer colonias en ellas, al menos formalmente. Ahora, según el grupo israelí en contra de las colonias, Peace Now, “en vez de ir hacia la paz, el gobierno anuncia el establecimiento de tres nuevas colonias [. . .]. Este anuncio va es contrario al interés israelí de lograr la paz y de una solución de dos Estados”.

Aunque el grupo argumenta que este comité compuesto de cuatro hombres no tiene autoridad para tomar semejante decisión, en realidad eso carece de importancia. Todo espacio físico en los territorios ocupados (ya sea de propiedad privada o “propiedad del Estado”, obtenido “legalmente” u obtenido “ilegalmente”) está a disposición del mejor postor. Los extremistas colonos, cuyos tentáculos llegan a todas partes expulsando palestinos de todos los rincones, no habían recibido unas noticias que les dieran tanto poder desde la época de esplendor del primer ministro israelí Ariel Sharon.

Esta medida referente a las colonias no es una medida aislada. El gobierno israelí está desafiando incluso las decisiones del Tribunal Supremo israelí, el cual se ha utilizado como una plataforma para legitimar todas las ilegales colonias que expulsan a los palestinos de su tierra.

Según se ha informado, el 27 de abril el gobierno israelí pidió al Tribunal Supremo que aplazara la demolición de un puesto avanzado “no autorizado” de Cisjordania en la colonia de Beit El que iba a tener lugar el 1 de mayo. Incluso para los criterios legales israelíes, esa tierra es considerada propiedad privada palestina y el gobierno israelí había confiado al Tribunal el desmantelamiento de los puestos avanzados ilegales (de nuevo, según la definición israelí) en una fecha concreta.

Ahora el gobierno de derecha de Netanyahu está cambiando otra vez de idea. En su petición al tribunal el gobierno argumenta de la siguiente manera: “La evacuación de los edificios podía acarrear consecuencias sociales, políticas y operativas para la construcción en Beit El y otras colonias”. Si se aplica este argumento al contexto más amplio de los territorios ocupados, podría justificar fácilmente por qué no se debería desmantelar los puestos avanzados. Podría erradicar de una vez por todas los políticamente inconvenientes términos de “legal” e “ilegal”.

Según CNN online, “anteriores gobiernos israelíes habían prometido demoler los puestos avanzados ilegales de Cisjordania, pero sólo se han eliminado unos pocos”. De hecho, es probable que ahora que se ha establecido el nuevo precedente legal se reconstruyan estos “pocos”, en medio de muchos más puestos avanzados nuevos.

Michael Sfard, abogado de Yesh Din, que supuestamente defiende los derechos palestinos, calificó la solicitud de “declaración de guerra por parte del gobierno israelí en contra del imperio de la ley”. Más específicamente, “afirmaron claramente que habían tomado la decisión de no evacuar construcciones ilegales edificadas en propiedades palestinas”.

Algunos analistas sugerían que Netanyahu estaba cediendo ante los elementos más de derecha de su gobierno (como si el hombre hubiera sido hasta ahora un defensor de la paz). En resumidas cuentas, Israel ha decidido embarcarse en una nueva y peligrosa fase, una que viola no sólo el derecho internacional, sino también las propias leyes de propiedad de Israel diseñadas para colonizar los territorios ocupados. Parece que ni siquiera estas precarias “leyes” son ya capaces de satisfacer el apetito colonial de los colonos y de la clase dirigente israelíes.

Las colonias israelíes se han contextualizado a través de las referencias políticas y legales israelíes, como opuesto a las referencias comúnmente aceptadas en el derecho internacional. El poner énfasis en las diferencias entre gobiernos, partidos políticos y movimientos de colonos religiosos/ultranacionalistas israelíes distrae de las cuestiones fundamentales, además de ser confuso: el colonizar el resto de la Palestina histórica ha sido y sigue siendo un proyecto nacional israelí.

Un artículo publicado en el diario israelí de derecha Jerusalem Post está de acuerdo con ello: “el apoyo a las colonias no es simplemente un programa del partido de derecha Likud. Su historia se arraiga profundamente en la actividad del Partido Laborista durante los periodos en los que estaban en el gobierno y en las actividades de los predecesores del Partido Laborista que se remontan a la época anterior a la creación del Estado de Israel” (27 de abril).

La única variable que puede que valga la pena examinar es el propósito de las colonias, no las colonias en sí. Tras la guerra de 1967 el plan Allon tenía por objetivo anexionarse más del 30% de Cisjordania y Gaza por motivos de seguridad. Estipulaba la creación de un “corredor de seguridad” tanto a lo largo del río Jordán como fuera de la “Línea Verde”, una demarcación unilateral por parte de Israel de sus fronteras con Cisjordania. Entonces no existía Likud alguno al que demonizar ya que esa era la visión del Partido Laborista para los territorios recién ocupados.

Aunque desde entonces el dinamismo de las colonias israelíes se ha tragado gran parte de Cisjordania y de Jerusalén Oriental, pobladas con más de medio millón de israelíes, la respuesta de la comunidad internacional fue tan anodina en 1967 como lo es ahora 2012. En respuesta a la última aprobación de ilegales colonias, el secretario general de la ONU Ban Ki-Moon declaró que estaba “profundamente preocupado” por las noticias. A Rusia, por su parte, le “inquietaban profundamente” y lo mismo le pasaba a Catherine Ashton de la Unión Europea. Por lo que se refiere a Estados Unidos, la portavoz del Departamento de Estado Victoria Nuland insistió en que la medida israelí no “contribuye al proceso de paz”. ¿Qué proceso?

Mientras Israel ha mostrado ahora todas sus cartas y la comunidad internacional declara su complacencia o impotencia, los dirigentes palestinos de Ramala siguen planeando algún tipo de censura por parte la ONU a las colonias. Suponiendo que una versión edulcorada de algún borrador de la ONU lograra sobrevivir al veto estadounidense, ¿qué posibilidades hay de que Israel haga caso del llamamiento internacional?

No hay duda de que Israel está tramando su versión del final de juego en Palestina que ve cómo los palestinos siguen subsistiendo en medio de la fragmentación física y de una ocupación permanente. A menos que arraigue un levantamiento palestino, no parece que nadie vaya a cuestionar lo que en realidad es una declaración de guerra contra el pueblo palestino.

* El autor diferencia entre:

- “colonias” (settlements), que son zonas residenciales bien establecidas y fortificadas en las que Israel instala a sus ciudadanos para que vivan en ellas. Son “legales” según los parámetros israelíes, pero ilegales según el derecho internacional,

- “puestos avanzados”, que son estructuras nuevas que a menudo carecen de planificación y de infraestructuras. Se construyen con el objetivo de ser el punto de partida de nuevas colonias y con frecuencia se crean sin permiso del gobierno. Con todo, suelen obtener el permiso una vez que el puesto avanzado se expande y se hace más grande y más poblado.

- “puestos avanzados de colonias” (settlement outposts) son puestos avanzados establecidos muy cerca de una colonias bien asentada. Los crean los colonos de esta colonia con el objetivo de acabar conectando estos puestos avanzados a la colonia, con lo que se apropian de toda la tierra palestina que hay en medio (N de la T.) .

Ramzy Baroud ( www.ramzybaroud.net ) es un columnista que publica sus artículos en diversos medios internacionales. Es editor de PalestineChronicle.com. Su último libro es My father Was a Freedom Fighter: Gaza’s Untold Story (Pluto Press, Londres), disponible en Amazon.com.

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