El palestino al que Israel le construyó un túnel

Su casa, rodeada de olivos, está junto al nuevo tramo del muro diseñado por técnicos del gobierno de Israel para separar Jerusalén de Cisjordania. Cuando esté terminado, su propiedad quedará aislada del resto de su comunidad y pasará a formar parte del distrito municipal de Jerusalén.

Fuente: Ana Garralda, BBC Mundo

Pero hasta allí tampoco podrá desplazarse: las autoridades israelíes planean construir una valla electrificada que rodeará su parcela, en un perímetro de 10 metros a la redonda.

“Iban a hacerlo de hormigón pero los colonos de enfrente protestaron porque decían que les afeaba las vistas desde sus terrazas”, comenta Hayadla.

La solución al problema de su aislamiento es bastante original.

Luego de sus repetidas negativas a vender su tierra, el gobierno israelí aprobó la construcción de un túnel -con un costo de 1 millón de dólares- para que él y su familia puedan acceder al menos al centro de Al Walaja.

“Ha sido la última opción. Antes me ofrecieron arrendarme el terreno por 99 años o incluso intercambiármelo por uno más grande en Belén, pero no se quedarán con mi tierra”, explica.

Una vez terminado el muro, el túnel será la única vía de entrada y salida a su propiedad que quedará completamente encerrada, “como en una cárcel”, señala.

Para los hijos de sus hijos

En las colinas que rodean su terreno se levantan tres importantes asentamientos israelíes -Gilo, Kiryat Menachem y Ora-, construidos luego de la ocupación israelí de Cisjordania tras la guerra de los Seis Días en 1967.

Desde ese año el distrito de Al Walaja ha ido achicándose tras sucesivas confiscaciones de terrenos no edificados y la construcción de un cuarto asentamiento, el de Har Gilo.

“Esto es lo poco que nos queda del pueblo”, cuenta Hayadla.

Y dice que seguirá luchando con uñas y dientes por lo suyo.

Mientras agarra las ramas de uno de sus olivos mira enfrente, en dirección a los asentamientos de casas blancas y tejados rojos.

“Al final se irán”, dice, “como los turcos o los británicos que también nos ocuparon”.

“Un día, quizá, mis tres hijos y los hijos de sus hijos le agradecerán a este antepasado testarudo que luchara hasta el final para mantener esta tierra que siempre ha sido nuestra”, concluye.

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Abbás supedita el diálogo de paz a una ‘respuesta positiva’ israelí

El Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbás, ha supeditado el reinicio de las conversaciones de paz con Israel a una “respuesta positiva” del primer ministro hebreo, Benjamin Netanyahu, sobre las condiciones previas establecidas por el Ejecutivo palestino.

Fuente: Agencia Europa Press

En una rueda de prensa posterior a la reunión entre Abbás y el enviado estadounidense para Oriente Próximo, David Hale, Rudainé ha desvelado que la misiva, entregada a Netanyahu la semana pasada de mano del jefe del equipo negociador palestino, Saeb Erekat, y del director de Inteligencia en Cisjordania, Majed Faraj, demandaba “un cese absoluto de los asentamientos en Cisjordania y Jerusalén, y el reconocimiento de las fronteras israelíes de 1967″, que corresponden a las demarcaciones anteriores a la Guerra de los Seis Días.

“Si no recibimos una respuesta positiva, reanudaremos nuestros esfuerzos para lograr que la ONU reconozca a un Estado palestino”, manifestó Rudainé en declaraciones al diario israelí ‘The Jerusalem Post’. “Llevaremos a cabo nuestros esfuerzos para aislar las políticas de ocupación y demostrar las ambiciones israelíes en nuestras tierras, aguas y lugares sagrados”, añadió.

Abbás espera que Tel Aviv responda a la carta en un plazo máximo de dos semanas, ha dicho Rudainé. Una “respuesta positiva” israelí supondría un “signo alentador” hacia la reanudación de las negociaciones de paz, estancadas desde el pasado año.

 

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Noam Gur, la disidente del Ejército israelí

“Me niego a ser parte de un ejército que desde que se estableció ha estado comprometido en dominar otra nación, en saquear y aterrorizar a la población civil que está bajo su control”, dijo Noem en una entrevista con la periodista Jillian Kestler-D’Amours, para el portal The Electronic Intifada.

Fuente: Elespectador.com

Sus padres prestaron servicio militar y resultaron heridos en la primera guerra entre Israel y Líbano. Su hermana mayor trabajó con la policía fronteriza del país judío. Noem Gur, una joven israelí de 18 años, oriunda de Nahariya, al norte de Israel, también estaba destinada como todos los jóvenes de la nación a prestar el servicio militar obligatorio. Pero se opuso y al hacer público su rechazo ha llamado la atención mundial. Hoy completa una semana en la cárcel, donde cumple una pena de diez días por negarse a ingresar a las Fuerzas de Defensa de su país.

“Me niego a ser parte de un ejército que desde que se estableció ha estado comprometido en dominar otra nación, en saquear y aterrorizar a la población civil que está bajo su control”, dijo Noem en una entrevista con la periodista Jillian Kestler-D’Amours, para el portal The Electronic Intifada. El rechazo de esta joven a ser parte de un “ejército de ocupación” viene desde que tenía 15 años y se interesó en estudiar la Nakba (catástrofe) de 1948, que consistió en el desplazamiento más de 700 mil árabes después de que las fuerzas británicas que dominaban Palestina le entregaran ese territorio a los judíos. “Luego, empecé a leer testimonios de palestinos y excombatientes de Cisjordania. Empecé a tener amigos palestinos, y a hacer parte de las protestas en Cisjordania y a ver lo que allí pasaba con mis propios ojos. Desde los 16 años decidí que no iría al ejército”.

Gur se convirtió en uno más entre los miles de israelíes que se oponen a la ocupación del territorio palestino por parte de sus fuerzas armadas. En su testimonio oficial presentado en el centro de reclusión de Ramat Gan, manifestó su negativa a contribuir con la ocupación israelí, una violación al derecho internacional humanitario que se implementa desde 1948 y que Israel “continúa ejerciendo hasta hoy, mientras se niega a actuar de acuerdo a la resolución 194 de la ONU, que permite a los refugiados retornar o encontrar una justa solución para su problema de desplazamiento”.

La decisión de Gur de hacer pública su negativa a prestar el servicio militar a que no quiere permanecer callada como tantos otros jóvenes que evaden el Ejército. “Solo mostraos nuestro criticismo en pequeños círculos. El mundo no lo sabe. Los palestinos no lo saben. No sé si voy a cambiar algo, pero al menos puedo intentarlo”, manifestó Gur. Lo que sí está logrando es sembrar una duda en muchos jóvenes israelíes que hoy encuentren su testimonio en las noticias y las redes sociales, generando así un potencial criticismo hacia el Ejército y la política exterior israelí que ya no proviene sólo de la Comunidad Internacional, sino de los jóvenes que por mandato del Estado deben prestar sus servicios en las Fuerzas Armadas.

La negativa de Gur se da en tiempos de alta tensión entre Israel y Palestina. Días antes de que entrara a la cárcel, al menos a un centenar de activistas pro-palestinos les fue negado el acceso al país judío, porque llegaban para apoyar la campaña Bienvenidos a Palestina 2012, que busca impulsar el reconocimiento de Palestina como Estado de pleno derecho en la ONU.

Además, el día del prisionero (17 de abril), 2.300 reclusos palestinos rechazaron la comida y entre 1.200 y 1.600 han iniciado una huelga de hambre que hoy se mantiene vigente, presionando por su liberación y denunciando sistemáticas violaciones a los derechos humanos.

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Sólo 10 horas a la semana: Israel restringe acceso al agua a los palestinos

El mando militar de Israel le ha negado a la población palestina el derecho al agua, al ejercer el control del 84 % de los manantiales que se encuentran en territorio ocupado de Palestina.

Fuente: Telesur / Aporrea.org

Una agencia de noticias internacional informó que Israel consideró oportuno no admitir que la tribu árabe Banu Tamim, que vive en Cisjordania desde el siglo XVII, se acerque cuando quiera a los manantiales que se encuentran a más de 10 kilómetros al Este del borde que debía de separar al territorio palestino con Israel.

Los israelíes han permitido que los palestinos tengan acceso a los manantiales sólo 10 horas a la semana, señaló la agencia de noticias.

Indicó que el asentamiento israelí en Cisjordania, que cuenta ya con casi tres décadas de existencia, “está avanzando poco a poco sobre el viejo pueblo árabe (Banu Tamim) con ayuda del Ejército”.

Un concejal de la localidad Bashir Tamimi manifestó que “es muy frustrante ver como se expanden en nuestro territorio y como nos quedamos sin acceso a él (…) Es parte de un plan y me temo que llegará el día cuando llamarán a mi puerta y dirán que esta casa no es mía sino suya”.

Comentó que hoy en día un tercio de lo que solía ser la tierra de los Tamimi “está controlado por los colonos” y el único manantial de la zona “ya se lo apropiaron, aunque ni siquiera es una necesidad vital para ellos, sino que están haciendo dinero con el manantial al convertirlo en un sitio turístico”.

“Se puede imaginar la desesperación de esta gente que de repente pierde una tierra con una fuente como ésta, en una zona donde el agua es un bien escaso, después de tenerla durante décadas y generaciones. Y lo pierde porque vinieron los nuevos colonos y ampliaron sus asentamientos”, dijo Ramesh Rajasingham, jefe de una misión humanitaria de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Israel consume más del 80 % del agua del acuífero de la montaña de Cisjordania, principal fuente de agua subterránea de Israel y de los territorios ocupados palestinos.

El acuífero de la montaña es la única fuente de agua de la población palestina de Cisjordania, pero sólo una de la varias que tiene Israel, que consume también todo el agua disponible del río Jordán.

Mientras que el consumo diario de agua palestino apenas alcanza los 70 litros por persona, el israelí es de más de 300 litros al día, reveló una organización humanitaria.

En algunas comunidades rurales, los palestinos sobreviven con apenas 20 litros de agua al día, el volumen mínimo recomendado para uso doméstico en las situaciones de emergencia.

Entre 180 mil y 200 mil personas que viven en comunidades palestinas rurales no tienen acceso a agua corriente, y el Ejército israelí con frecuencia les impide incluso recoger el agua de lluvia.

En cambio, los colonos israelíes, que viven en Cisjordania pese a violar con ello el derecho internacional, tienen cultivos de riego intensivo, exuberantes jardines y piscinas.

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Un palestino resulta herido tras impactar en su pecho una bala disparada por soldados israelíes en prácticas

Un joven palestino de 18 años resultó herido tras recibir impactar en su pecho una bala disparada por soldados israelíes durante unas prácticas militares en el norte de Cisjordania, según han informado fuentes médicas.

Fuente: Agencia Europa Press

Yasir Suleiman Nijad Kaabnah resultó herido mientras trabajaba pastoreando ovejas y camellos cerca de Wadi al Maleh, en el norte del valle del Jordán. Su tío, Salem Kaabnah, que estaba con él cuando resultó herido, ha dicho que las tropas israelíes que se estaban entrenando en la zona dispararon contra Yasir.

Los servicios médicos palestinos han asegurado que los soldados israelíes se negaron a ayudar al herido, que tuvo que ser trasladado en un vehículo privado al hospital de Tubas. Posteriormente, fue transferido al hospital Rafadea, en Nablús, donde se encuentra ingresado en estado crítico.

El Ejército de Israel ha dicho que “no tiene conocimiento del incidente”, pero la Policía de la Autoridad Palestina ya ha abierto una investigación, según ha informado la agencia de noticias palestina Maan.

Por su parte, el consejo local ha manifestado que las prácticas militares israelíes en la zona han causado múltiples víctimas, ya que los pastores no son advertidos de cuándo o dónde tendrán lugar los ejercicios. Por ello, han pedido a las ONG que presionen al Ejército israelí para que no realicen prácticas cerca de núcleos de población.

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Opinión: Israel y su aparente terror a las iniciativas democráticas y pacíficas

Borja Aranda

Aish

 

 

Los últimos incidentes provocados por Israel con los activistas pro palestinos que formaban parte de la iniciativa humanitaria conocida como ‘flytilla’ -nombre que ya tomó una acción similar el año pasado- muestra una cara negativa de la que se denomina la única democracia de la región, y es su aparente pavor ante las iniciativas democráticas y pacíficas.

En esta última iniciativa, llamada ‘Bienvenidos a Palestina’, los activistas pretendían llegar a Belén a través del aeropuerto israelí de Ben Gurion, desde donde cogerían un autobús privado israelí que les llevaría hasta la localidad, llegando incluso a pedir escolta policial para demostrar que Israel no era su destino, sino Cisjordania. En vista de la negativa de las autoridades hebreas, el propio alcalde de Belén, Victor Batarseh, solicitó a Tel Aviv que permitiera la visita de los “amigos” y que “no les humillara”.

Ante la iniciativa pacífica, el Ejecutivo israelí ha vuelto a entrar en pánico, como parece que le ocurre cada vez que ha de enfrentarse a propuestas similares. Así, el Ministerio de Interior envió una carta a las compañías aéreas para que prohibieran el embarque a las personas incluidas en una lista que adjuntó debido a su intención de participar en la acción. Para intentar defender este acto, argumentó que “a la luz de los comentarios por parte de activistas radicales pro palestinos, en los que han dicho que pretenden llegar en vuelos comerciales desde el extranjero con la finalidad de alterar la paz y enfrentarse a las fuerzas de seguridad en el aeropuerto de Ben Gurion y otros puntos de fricción, se ha decidido prohibir su entrada, de acuerdo a la Ley de Entrada a Israel”.

Esta aseveración, con la que Tel Aviv cuelga automáticamente la etiqueta de radicales y violentos a todos los que participan en una protesta contra la ocupación -nada diferente de lo que hace con su presentación de la población palestina como terrorista o potencialmente terrorista-contradice completamente con los comunicados publicados por la organización del evento, que reiteró en varias ocasiones que sus intenciones eran pacíficas y que ni siquiera pretendían quedarse en territorio israelí.

Ahondando en la retórica criminalizadora, el ministro de Seguridad Pública, Yitzhak Aharanovitch, dijo que “Israel evitará esta provocación de la misma manera que todos los países prohíben a elementos hostiles cruzar sus fronteras” y subrayó que “los provocadores serán tratados con firmeza y rapidez, no habrá persecuciones en los pasillos del aeropuerto”.

Sin embargo, las compañías aéreas siguieron las instrucciones del Gobierno israelí, cancelando billetes y prohibiendo el embarque a la mayoría de los activistas, pese a lo que algunos de ellos llegaron a Ben Gurion, donde fueron recibidos por un fuerte dispositivo policial. La mayoría de ellos fueron detenidos en el lugar sin presentar resistencia y deportados, aunque algunos pudieron llegar a Belén y contar lo sucedido.

El tratamiento por parte de Israel de civiles extranjeros que llegan al país es, cuanto menos, preocupante, aunque choca aún más el silencio y simpatía con que son recibidas estas acciones por parte de la comunidad internacional, que parece no tener problema en que sus ciudadanos sean tratados como criminales y deportados nada más llegar a un país en un vuelo comercial.

Esta postura por parte del Gobierno de Israel no es novedosa, baste recordar su forma de actuar ante la ‘flytilla’ del año pasado, que siguió el mismo modelo y ante la que la respuesta policial fue exactamente igual. En aquella ocasión, el jefe de operaciones de la Policía, Nisim Mor, aseguró que “no se permitirá que los extremistas monten jaleo”.

Sin embargo, no han sido estas las actuaciones más brutales de las fuerzas de seguridad de Israel a la hora de detener una muestra pacífica de solidaridad con el pueblo palestino. La Marina israelí abordó en mayo de 2010 por la fuerza en aguas internacionales una flota de seis embarcaciones de la organización Free Gaza para evitar que rompiera el bloqueo que el Estado judío mantiene contra el enclave costero, asesinando a nueve civiles -ocho de ellos de nacionalidad turca y uno con doble nacionalidad turco-estadounidense- y provocando heridas de diversa consideración a más de una treintena.

En ese caso, las Fuerzas Armadas de Israel consideraron que era necesario actuar con fuerza letal contra una flotilla, y especialmente un barco, en el que viajaban civiles, periodistas y personalidades internacionales, sólo para evitar que se pudiera entregar ayuda humanitaria a la Franja de Gaza después de que el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) se hiciera con el control del enclave en 2007, argumentado que debía controlar la entrada y salida de productos y personas para inspeccionar los materiales que puedan ser utilizados para la fabricación de explosivos, armas y artefactos caseros.

Esta medida ha provocado una grave crisis humanitaria en la Franja y la ha convertido ‘de facto’ en una gran cárcel. Tampoco la comunidad internacional ha conseguido hacer nada para levantar este bloqueo, a pesar de los múltiples llamamientos a ello, a causa del respaldo que Estados Unidos -que también mantiene impuesto un bloqueo durísimo e ilegal contra Cuba- da al Gobierno israelí.

En este caso, el de las elecciones democráticas en Palestina, Israel tampoco mostró ningún entusiasmo por esta muestra de libertad de elección política y reaccionó oponiéndose diametralmente a ella. De nuevo, Tel Aviv mostró una política muy similar, por no decir calcada a la de Washington; la de mantener el discurso pro democrático siempre y cuando los resultados de las acciones no sean contrarias a los intereses del Estado hebreo.

Además, hay que recordar que la tan cacareada democracia israelí lo es sobre el papel, pero no tanto en la realidad debido a la discriminación que sufren los árabes israelíes -e incluso los judíos ashkenazíes- frente a los judíos de ascendencia occidental. De hecho, según la ONG Mossawa, el 70% de los árabes israelíes son pobres y únicamente el 17% de las mujeres de este grupo social trabaja, frente al 52% de las hebreas.

No faltan ejemplos de la postura antidemocrática y autoritaria de Israel, pero cabría destacar dos que son muy recientes y que muestran la forma de actuar del Ejecutivo hebreo: tras el reconocimiento de Palestina como Estado miembro por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Israel ordenó el incremento de la construcción de asentamientos en los Territorios Ocupados -lo que contraviene el Derecho Internacional y equivale a un crimen de guerra- y congeló los fondos que ha de enviar a la Autoridad Nacional Palestina.

La segunda es la decisión del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas de investigar la situación sobre el terreno en Palestina, Israel decidió romper relaciones con el organismo y aseguró que no permitiría que el equipo de investigadores entrara en el territorio, algo que choca con la postura de Tel Aviv respecto a la investigación de posibles crímenes en otras partes del mundo, sin ir más lejos, en la vecina Siria.

En cualquier caso, dejando de lado la situación dentro de Israel, el terror y rechazo que muestra Tel Aviv ante las propuestas civiles de corte pacífico es una de las grandes lacras que sufre de cara a su reconocimiento internacional como un interlocutor válido alejado del fanatismo y la violencia contra todo aquello que se oponga a sus planes.

A pesar de ser difícil debido al peso militar y la impunidad con que ha contado durante todos estos años, gracias a los vetos constantes de Estados Unidos a todas las resoluciones votadas en el Consejo de Seguridad, Israel ha de asumir la oposición como algo natural, sobre todo teniendo en cuenta las prácticas criminales que lleva a cabo, y predicar con las prácticas democráticas por las que aboga públicamente.

 

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99.7% de los Palestinos juzgados por cortes militares Israelíes son declarados culpables

Infografía: justicia militar Israelí para los Palestinos detenidos en territorios ocupados.

Infografía: justicia militar Israelí para los Palestinos detenidos en territorios ocupados.

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Médicos Sin Fronteras en los Territorios Palestinos ocupados y la Salud Mental: Entrevista al Dr. Manuel Francisco Morantes, psicólogo clínico

Manuel Francisco Morantes, psicólogo clínico colombiano, ha trabajado durante los últimos nueve meses en el proyecto de MSF en Hebrón, prestando apoyo psicológico a familias palestinas afectadas por el conflicto en los Territorios Palestinos Ocupados. En esta entrevista habla de las consecuencias de la violencia sobre la salud mental de las personas y de la respuesta de MSF.

Fuente: Animal Político Versión Móvil

Has estado trabajando con Médicos Sin Fronteras (MSF) en Hebrón durante más de nueve meses. ¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan las personas que atendemos?

Las personas que viven en el distrito de Hebrón, especialmente en la parte vieja de la ciudad, conocida como H2, deben hacer frente a muchos problemas asociados al conflicto palestino-israelí. Hay familias que viven en barrios cercanos a asentamientos israelíes o en zonas donde hay frecuentes movimientos de colonos y soldados. Las consecuencias psicológicas y psicosociales varían dependiendo de la zona donde viven las familias. Las que viven cerca o lindando con asentamientos de colonos, a menudo sufren acosos y ataques por parte de estos últimos, lo que les hace estar en un estado de hipervigilancia y sospecha constante. La elevada frecuencia de incidentes violentos en estas zonas les ha llevado a estar alerta todo el tiempo. Muchos de mis pacientes han descrito esta experiencia como “vivir presa de un miedo constante cada día de tu vida, no puedes cambiarlo”. En realidad, no cuentan con medidas protectoras para gestionar el peligro y se sienten vulnerables, indefensos e impotentes ante su situación.

Como consecuencia de este alto nivel de angustia, las personas a menudo padecen trastornos del sueño porque se sobresaltan con cualquier ruido durante la noche y no pueden dejar de pensar en sus problemas. Como no tienen recursos para gestionar este estrés, su reacción a esta tensión puede transformarse en enfermedades, como problemas digestivos, nerviosos, musculares o cardiacos, irritabilidad y conflictos domésticos. Su vida social también se ve afectada. Muchas de estas personas prefieren no visitar a sus familiares o amigos por temor a dejar sus casas solas y que en su ausencia sean destruidas o dañadas, que puedan sufrir algún percance al cruzar los controles o que puedan ser agredidos por los colonos.

También vemos a niños que han sido arrestados e interrogados, acusados de lanzar piedras a los colonos o a los soldados. Muchas veces las detenciones son bastante violentas. Hablamos de niños de entre 10 y 15 años, y todo el proceso desde el momento del arresto, pasando por los interrogatorios y el tiempo de detención, puede ser una experiencia muy traumática para ellos y tener un importante impacto sobre su salud mental.

Muchas familias han sido víctimas de una incursión militar en sus casas con el objetivo de arrestar a uno de sus miembros. Generalmente estas incursiones ocurren de noche y pueden llegar a ser muy violentas. Vemos a muchos pacientes, especialmente a niños, que padecen las consecuencias psicológicas de estos sucesos. Asimismo vemos a personas que han sido agredidas cuando cruzaban controles, familias que son perseguidas por autoridades israelíes, hombres que han sido encarcelados en prisiones israelíes.

¿Cómo se manifiesta esta violencia en la salud mental de las personas?

Las consecuencias para la salud mental de estas personas que se hallan sometidas a distintos tipos y niveles de violencia son múltiples: trastornos de ansiedad, miedo, estrés, desesperanza, insomnio, sentimiento de persecución constante, pensamientos de que ocurrirá algo malo. Vemos a niños que sufren pesadillas o trastornos del sueño, que se orinan en la cama, que tienen miedo de separarse de sus familias, que se aíslan, que tienen problemas en la escuela y que se vuelven agresivos. Entre los adultos también vemos un aumento de la agresividad que a veces desemboca en violencia doméstica, y vemos a personas que han perdido toda esperanza y padecen depresión o trastornos disociativos. También vemos algunos casos graves, personas que padecen estrés traumático y postraumático.

¿Cómo responden los equipos de MSF a estas necesidades de salud mental en Hebrón?

MSF lleva a cabo un proyecto de apoyo psicosocial en Hebrón desde el 2000 con el objetivo de asistir a personas afectadas por el conflicto. En este momento el equipo consta de tres psicólogos, tres trabajadores psicosociales y un médico, además de personal logístico y administrativo. MSF ofrece psicoterapia a corto plazo, asistencia médica y social, y referencias a estructuras médicas y sociales a las personas que lo necesitan. Durante 2011, hemos realizado 1.726 consultas individuales de salud mental y 945 consultas médicas en el distrito de Hebrón.

¿Puedes compartir con nosotros la historia de algún paciente que te haya impactado?

Han sido muchas las historias que he escuchado durante estos meses. Historias de niños detenidos e interrogados, de niños que ven cómo los soldados allanan sus casas por la noche o cómo son arrestados sus hermanos o cómo la gente de su entorno es agredida, golpeada y humillada en los controles y fuera de sus casas… O esta historia de un hombre palestino de unos 40 años que se disponía a cruzar un control porque tenía que ir al médico. Tenía problemas cardiacos. Cuando cruzaba el control y los soldados lo estaban cacheando, hubo un malentendido entre ellos. Un soldado le disparó en el brazo. Este llamó a sus compañeros, empezaron a golpearle con las armas y seguidamente trajeron a un perro que empezó a morderle la mano herida. Después lo llevaron a la cárcel, donde permaneció varias semanas. A raíz de este incidente, este hombre ha desarrollado serios trastornos de estrés postraumático y nos resultó muy difícil ayudarle a hacer frente a su dolor, odio y frustración. Un incidente que duró menos de 15 minutos ha cambiado su vida y ha causado mucho sufrimiento para él y para su familia.

Personal sobre el terreno 169

MSF trabaja en los Territorios Palestinos desde 1989

PERFIL Médicos Sin Fronteras (MSF) es una organización médico-humanitaria internacional que aporta su ayuda a poblaciones en situación precaria y a víctimas de catástrofes de origen natural o humano y de conflictos armados, sin discriminación por raza, religión o ideología política. En reconocimiento a su labor, MSF recibió en 1999 el Premio Nobel de la Paz. Contáctanos en: www.msf.mx en Twitter: @msf_mexico Facebook: www.facebook.com/MSF.Mexico o YouTube: www.youtube.com/user/msfmexico

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Reporte Semanal: Violaciones israelíes de Derechos Humanos en Territorio Palestino Ocupado

Las Fuerzas Israelíes de Ocupación (FIO) continúan con los ataques sistemáticos contra civiles y propiedades palestinas dentro de los Territorios Palestinos Ocupados.

Fuente: Centro de Derechos Humanos Palestino (PCHR) – Traducción: Departamento de Derechos Humanos, Comité Democrático Palestino – Chile

Nº 15/2012

12 de Abril de 2012 – 18 de Abril de 2012

 

Resumen

• Las FIO utilizan una fuerza excesiva para dispersar manifestaciones pacíficas organizadas por civiles palestinos en Cisjordania.

• 15 manifestantes, incluyendo a dos niños y dos defensores de los derechos humanos israelíes, resultaron heridos.

• Docenas de manifestantes sufrieron por la inhalación de gas lacrimógeno.

• Dos civiles palestinos, incluyendo una mujer, resultaron heridos por las FIO en la Franja de Gaza.

• Las FIO llevaron a cabo 56 incursiones en comunidades palestinas en Cisjordania y una limitada en la Franja de Gaza.

• Las FIO continuaron disparando contra pescadores palestinos en la Franja de Gaza.

• Las FIO arrestaron a 3 pescadores y además confiscaron su barco.

• Israel ha seguido imponiendo un asedio total dentro de los Territorios Palestinos Ocupados y ha aislado a la Franja de Gaza del mundo exterior.

• Las FIO detuvieron a 7 civiles palestinos en varios puntos de control (checkpoints) en Cisjordania.

• Las FIO han continuado con las actividades de asentamiento en Cisjordania y colonos israelíes siguen atacando a civiles y propiedades palestinas.

• Las FIO destruyeron 4 habitaciones, 3 pozos de agua y 6 corrales en el pueblo de Kufor Al–Dik, al oeste de Salfit.

• Las FIO destruyeron 3 pozos de agua y dos dunums(*) de tierra agrícola en el pueblo de Dur cerca de Hebrón.

• Colonos israelíes atacaron a agricultores y pastores palestinos.

• Colonos israelíes destruyeron 250 árboles oliváceos en el pueblo de Bitillu cerca de Ramallah.

*1 Donum es igual a 1000 metros cuadrados.

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Palestina sale al encuentro de América Latina

María M. Delgado

Rebelión

 

[Este artículo -en una versión resumida- fue escrito para un público poco conocedor de la cuestión palestina, a pedido de la agencia de noticias “Prensa en Marcha” (en formación), del Centro Internacional de Estudios Sociales, Uruguay]

 

“El coraje, la sabiduría y la movilización del pueblo palestino son hoy símbolos y ejemplos de la resistencia popular contra toda injusticia practicada en todo el mundo “. Primer Encuentro Nacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino, Brasil, noviembre 2011.

 

Escribo este artículo en abril, en medio de dos fechas emblemáticas en el calendario de solidaridad con el pueblo palestino: el Día de la Tierra Palestina (30 de marzo) y el día de al-Nakba (15 de mayo).

Las dos fechas tienen en común la conmemoración del despojo y la defensa de su territorio por parte de un pueblo originario al que los poderes coloniales de ayer y de hoy hace más de un siglo que intentan -infructuosamente- borrar de la faz de la tierra.

 

Algunas personas me han preguntado por qué a esta altura de mi vida he decidido volcarme totalmente a la causa palestina. Si fuera yo quien hiciera la pregunta, la formularía así: ¿por qué tan tarde?

El drama del pueblo palestino despojado de su tierra y sus derechos elementales por el proyecto sionista de colonización y limpieza étnica reúne y sintetiza, para mí, todas las luchas a las que dediqué mi vida durante 30 años: la libertad de los presos políticos y el fin de la impunidad de las violaciones a los derechos humanos; la resistencia a la colonización, la militarización y el imperialismo; el apoyo a los pueblos indígenas, originarios o campesinos, en su defensa de la tierra, el territorio, el agua y los bienes naturales contra el modelo depredador capitalista y neocolonialista; las mujeres como cuidadoras y curadoras de la vida y del tejido social contra todas las formas de violencia patriarcal, económica y militar.

Cuando en plena dictadura uruguaya empezamos a defender los derechos humanos, nos enfrentamos a las diversas formas de violación a la libertad y la integridad personal, que son tan comunes en Palestina:

-la prisión arbitraria, prolongada y masiva; la humillación y acoso a las mujeres, niños y familiares de los prisioneros;

-la tortura sistemática como mecanismo de extorsión, intimidación, información y aniquilamiento del enemigo vencido;

-el castigo colectivo infringido a un pueblo entero con el sólo fin de quebrar su resistencia, su dignidad, y someterlo a la resignación y el terror;

-las ejecuciones sumarias o selectivas para despojar al pueblo de sus líderes más populares y prometedores;

-los arrestos arbitrarios y permanentes de activistas, irrumpiendo en la madrugada en sus domicilios; los allanamientos con violencia y la destrucción absoluta, o el robo y saqueo de sus pertenencias;

-la detención administrativa (sin cargo ni juicio) que deja al prisionero aislado, incomunicado y sin destino conocido, por tiempo indeterminado;

-los tribunales militares (jueces y parte) juzgando a menores y mayores por el simple crimen de oponerse a la opresión, sin ninguna de las garantías del debido proceso;

-la militarización de la vida cotidiana, el abuso, el atropello, y la perpetua impunidad que alienta la repetición de los crímenes ad infinitum.

Eso era hace más de 30 años, y los delitos habían sido cometidos sobre todo en los Setenta, cuando todavía no existían la mayoría de los principales tratados internacionales de derechos humanos, ni la conciencia moral de la humanidad sobre su importancia; y menos aún la tecnología de las comunicaciones que permitiera el conocimiento de las violaciones.

Por eso resulta tan intolerable que hoy esos mismos crímenes sean cometidos contra el pueblo palestino a la vista y conocimiento de la comunidad internacional, y por un Estado que cuenta con el apoyo de todos los gobiernos de Occidente, que se jacta de ser “la única democracia de Medio Oriente”, y que se da el lujo de desconocer sistemáticamente, desde hace 64 años, todas las resoluciones de Naciones Unidas y todos los tratados de Derecho Internacional Humanitario y de los Derechos Humanos.

Efectivamente, han emitido resoluciones y críticas condenatorias de Israel: la Asamblea General, el Consejo de Seguridad, la Corte Internacional de Justicia, los Comités de los principales tratados internacionales de DDHH (de derechos civiles y políticos, derechos económicos, sociales y culturales, derechos de niñas y niños, derechos de la mujer, contra la discriminación, contra la tortura), los principales Relatores Especiales (para temas como vivienda, libertad de expresión, ejecuciones extrajudiciales, tortura, derechos humanos del pueblo palestino, violencia hacia las mujeres, etc.), representantes especiales del Secretario General, y organismos como el Comité Internacional de la Cruz Roja.

La teoría de los dos demonios en Medio Oriente

Como latinoamericana del Cono Sur, encuentro otra similitud entre la tragedia palestina y lo que vivimos en esta región. Durante más de 30 años lxs defensorxs de DDHH nos pasamos refutando la “teoría de los dos demonios”, e intentando explicarle al mundo y a nuestra propia sociedad que los crímenes masivos cometidos por los militares no eran producto de una guerra donde se habían enfrentado dos bandos armados, sino de un sistema de aniquilación de la sociedad civil, planeado y ejecutado desde la institucionalidad del aparato estatal, al que llamamos terrorismo de Estado.

La analogía no podría ser más adecuada para explicar la verdadera naturaleza del “conflicto” palestino-israelí. Los medios de comunicación occidentales lo han presentado siempre como una guerra entre dos bandos igualmente responsables por la violencia y la incapacidad de alcanzar una solución negociada; y eso en el mejor de los casos, cuando no se carga todo el peso sobre la ‘intransigencia’ de los palestinos. Esta falsa simetría suele ir reforzada por la imagen estereotipada de los palestinos como terroristas con la cara cubierta y el torso envuelto en explosivos, o con un arma automática en la mano. No pocos intentan incluso presentarlo como un conflicto civilizatorio entre Oriente y Occidente, o hasta religioso entre Islam y el mundo Judeo-cristiano. (1)

Sin embargo, no hay nada más asimétrico que las dos partes enfrentadas en este largo conflicto, no sólo porque nunca se puede equiparar al oprimido con el opresor (al ocupado con el ocupante, en este caso), ni atribuirles la misma responsabilidad. De un lado tenemos a un país del Primer Mundo, con todos los recursos bélicos imaginables, y del otro a un pueblo en su inmensa mayoría desarmado, perseguido y acorralado, que se aferra con uñas y dientes a la tierra de la cual quieren expulsarlo, y la defiende lanzando piedras a los tanques. No en vano las víctimas palestinas son cuatro veces más que las israelíes.

Mientras Israel tiene como aliado incondicional a la potencia más poderosa del mundo (de la cual recibe anualmente 2 billones de dólares en ayuda militar) y es él mismo la cuarta potencia nuclear mundial, tiene un sitio en la ONU y una economía que es tres veces la de todos los países vecinos juntos (incluido Egipto), y domina la narrativa en la opinión pública mundial presentándose como la víctima, los palestinos no tienen un Estado ni un sitio en la ONU, no tuvieron nunca un ejército (ni mucho menos armas sofisticadas), tienen una economía totalmente subordinada y 50 veces inferior a la de Israel, y hoy ocupan apenas un 12% de lo que era su territorio original, la Palestina histórica (mientras Israel mantiene el control absoluto sobre sus fronteras terrestres, su espacio aéreo y marítimo y sus ondas de telecomunicaciones). (2)

Limpieza étnica y lucha por el territorio

Un amigo palestino me decía: “A nosotros el mundo no quiere creernos lo que nos hace Israel. Por eso es tan importante la palabra de los isralíes para denunciarlo”. Efectivamente, Occidente recién empezó a prestar atención a lo que los palestinos habían afirmado durante décadas cuando los llamados “nuevos historiadores” israelíes como Ilan Pappé, Tom Segev, Avi Shlaim, Shlomo Sand y Benny Morris (antes de su ‘conversión’ al sionismo) investigaron y describieron la catástrofe (Nakba) que significó la creación del Estado de Israel en 1948, cuando las milicias sionistas (precursoras del futuro ejército israelí) barrieron del mapa a más de 400 ciudades y pueblos palestinos en pocos meses, y convirtieron a sus 800.000 habitantes en refugiadxs a lxs que nunca más se les permitió regresar a su tierra. Así, lo que se conocía como “la guerra árabe-israelí” empezó a ser comprendido como la limpieza étnica de Palestina. (3)

Durante 1500 años los árabes habían convivido con la minoría judía en total armonía, compartiendo la llamada Tierra Santa para las tres religiones monoteístas de raíz abrahámica. El sionismo, que surge a fines del siglo XIX en Europa como una ideología colonialista y nacionalista, racista y excluyente, se propuso la creación de “un hogar nacional para el pueblo judío” en el territorio de la Palestina histórica, basándose en una falsa premisa: “una tierra sin gente para un pueblo sin tierra”, que niega la existencia de la población nativa árabe.

Si seguimos el discurso de los distintos líderes sionistas a lo largo de más de un siglo, se puede ver con claridad que el objetivo fue desde un principio colonizar todo el territorio deshaciéndose -ni siquiera sometiéndola- de toda la población árabe. Ese es el verdadero origen del conflicto.

Así, una vez que la colonización se materializó en la primera mitad del siglo XX -con apoyo y complicidad de los gobiernos europeos, sobre todo el británico-, y sobre todo a partir de la creación del Estado de Israel, los sionistas se propusieron el objetivo hasta hoy vigente de judaizar por la fuerza el territorio que va desde el Mediterráneo hasta el río Jordán; y para forzar esa mayoría demográfica no sólo recurrieron a la inmigración judía, sino también a la limpieza étnica.

Lxs activistas antisionistas (tanto israelíes como palestinxs) también nos han ayudado a ampliar la mirada para ver que la ocupación militar de Cisjordania y Gaza -materializada sobre todo a partir de 1967- es sólo una parte de la cuestión, y que “el gran tema es la continua limpieza étnica de Palestina por el Estado sionista. (…) “durante los últimos 64 años la limpieza étnica es lo que guía las políticas sionistas hacia el pueblo palestino. Todos los gobiernos sionistas y todos los partidos políticos sionistas -de izquierda, de derecha y de centro- apoyan la limpieza étnica.(…) “La limpieza étnica sionista de Palestina no es una cosa del pasado, sino una campaña vigente que es ejecutada por tres brazos del Estado de Israel: el sistema educativo, una dedicada burocracia y las fuerzas de seguridad.” (4)

¿Cómo se realiza hoy la limpieza étnica de Palestina? Obviamente no estamos en 1948, e Israel no puede cometer un genocidio en masa -aunque periódicamente hace muy buenos ensayos, como la última operación Plomo fundido (2008-2009), en la que durante 22 días bombardeó y asesinó a 1500 personas encerradas en Gaza (la inmensa mayoría, civiles desarmadxs). La limpieza étnica hoy consiste en un conjunto de políticas y prácticas cuyo objetivo último es hacer insoportable y miserable la vida cotidiana de lxs palestinxs, para que ellxs mismxs se vayan y dejen la tierra libre de árabes, para su total y completa judaización.

Basta conocer desde adentro cómo es la vida cotidiana bajo la ocupación para entender que detrás del discurso de Israel sobre la “seguridad” y la necesidad de “defenderse”, el verdadero objetivo es la expansión colonial y la apropiación de todo el territorio de la Palestina histórica, para crear “hechos consumados” irreversibles y hacer inviable un futuro Estado palestino soberano.

La limpieza étnica hoy

Éstas son las principales políticas y prácticas destinadas a hacer intolerable la vida de lxs palestinxs y a alentar o forzar su desaparición:

En los veinte años del “proceso de paz” (que Israel usó únicamente para distraer y ganar tiempo), se produjo la apropiación del 40% de las tierras palestinas para entregarlas a las colonias judías (política que fue impulsada activamente por los gobiernos de Israel desde 1967, mediante estímulos y subsidios a su población).

Destrucción permanente de cultivos y olivos. La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (UNOCHA) estimó que sólo en 2011 los colonos israelíes (con impunidad y apoyo del ejército) destruyeron, arrancaron o quemaron 10.000 árboles palestinos. Y Oxfam calculó en medio millón de dólares las pérdidas de los agricultores palestinos en la cosecha de olivos del mismo año, debido a la violencia de los colonos judíos.

Debido a la fragmentación del territorio en áreas A, B y C (impuesta por los Acuerdos de Oslo), hoy 62% del territorio de Cisjordania (área C) está bajo exclusivo control militar israelí, inaccesible a lxs palestinxs;

Las demoliciones de casas, escuelas, mezquitas, depósitos de agua y estructuras productivas por “construcción sin permiso” (permisos que nunca se otorgan a los palestinos), van en aumento año tras año. El Comité Israelí contra las demoliciones de casas calcula que Israel ha destruido de 20.000 a 30.000 casas palestinas desde 1967. Y sólo en 2011, UNOCHA registró 622 demoliciones (80% más que 2010) que dejaron sin hogar a 1100 personas (la mitad, niñxs). El 60% de esas demoliciones, ‘casualmente’ fueron realizadas en zonas asignadas a colonias judías.

El ejército de ocupación puede declarar cualquier lugar, en cualquier momento y por cualquier motivo, “zona militar cerrada”. El mecanismo es tan simple como perverso: a la población palestina se le prohíbe por la fuerza acceder a su propiedad, luego esa tierra “abandonada” se declara “propiedad estatal” y poco después se la entrega a los colonos israelíes.

El Muro o barrera de separación no ha sido construido sobre la “Línea verde” (frontera internacionalmente reconocida), sino en un 85% dentro del territorio palestino, para dejar del lado ísraelí las colonias ilegales, las mejores tierras y las fuentes de agua subterránea palestinas).

En Cisjordania, más de 500 checkpoints y otras formas de encierro y bloqueo fragmentan el territorio y lo convierten en verdaderas ‘islas’ o bantustanes desconectados entre sí (datos de UNOCHA).

El perverso sistema de permisos (de residencia, trabajo, entrada, etc.) limita la vida y el movimiento de la población, separando a las parejas y familias palestinas que tienen distinto permiso o estatuto de residencia (tanto en Israel como en Cisjordania).

Jerusalén Este, que debería ser la capital de Palestina, está anexada a Israel desde 1967, totalmente aislada y desconectada de Cisjordania (accesible sólo para las pocas personas que consiguen permiso) y rodeada de colonias israelíes en permanente expansión territorial.

La economía palestina (también por los acuerdos de Oslo) está controlada, estrangulada y subordinada a Israel. Hasta el Banco Mundial y la Unión Europea han criticado las políticas israelíes que hacen inviable el desarrollo palestino.

La represión es cotidiana, implacable y se extiende a toda forma de organización y manifestación pacífica. Los arrestos ocurren en la madrugada, sacando a la gente de su cama, allanando los hogares con violencia, robo y destrucción de la propiedad privada. Los menores de 10-12 años también son arrestados y procesados por el delito de tirar piedras, sin respetar los estándares internacionales. Alrededor de 5000 presos políticos palestinos (entre ellos, cientos de menores de edad y una decena de mujeres) están hoy en las cárceles israelíes, algunos con sentencias de cadena perpetua, desde hace 25 o 30 años. En lo que va de 2012, ya se produjeron más de 900 detenciones, todas de activistas populares no violentxs.

La Franja de Gaza está sometida desde 2006 a un bloqueo total que ha convertido a la gran mayoría de la población en dependiente de la ayuda internacional. Los pescadores, que apenas pueden adentrarse menos de tres millas náuticas, son periódicamente atacados por la marina israelí, al igual que los campesinos que intentan vivir de la agricultura en la escasa y estrecha franja de tierra que les deja la zona de exclusión -de un km y medio en ese estrecho territorio- impuesta arbitrariamente por Israel.

Separar, discriminar y dominar es Apartheid

Lo interesante es que, si bien este sistema de control se aplica de manera implacable en los territorios ocupados, se puede observar similares políticas de discriminación y exclusión hacia la población palestina dentro de Israel. Por ser éste “la patria de lxs judíxs del mundo”, las personas no judías no tienen derecho a la nacionalidad y a todos los derechos asociados a ella; sólo tienen ciudadanía que les permite votar, pero les niega, entre muchos otros derechos fundamentales, el acceso a la tierra, 93% de la cual está en manos judías. Más de100 aldeas palestinas no están reconocidas por la ley israelí, no reciben ningún tipo de servicio público, y sus habitantes enfrentan la amenaza permanente de demoliciones o desplazamiento (sobre todo en el desierto del Negev/Naqab).

Precisamente el Día de la Tierra Palestina recuerda la masacre cometida el 30 de marzo de 1976 en la región de Galilea (norte de Israel), cuando las autoridades israelíes mataron a seis palestinos e hirieron a más de cien al reprimir una protesta contra la constante confiscación de tierras palestinas para ser entregadas a la población judía. La indignación por esos hechos se propagó como fuego entre las localidades palestinas, generando una huelga general que se convirtió en la primera gran protesta masiva que unió al pueblo palestino de los territorios ocupados y de Israel, y que fue un antecedente de la primera Intifada.

En los territorios ocupados, la segregación y opresión es aun más dramática: el medio millón de colonos israelíes asentados en Cisjordania y Jerusalén Este (ilegalmente según el Derecho internacional) (5) vive en ‘burbujas de Primer Mundo’, tiene carreteras y sistemas de transporte de uso exclusivamente judío, y consume más agua que 3 millones de palestinxs. Mientras el consumo promedio de éstxs es 50 litros diarios por persona (la OMS recomienda 100 litros diarios), el consumo promedio en las colonias es de 400 litros diarios por persona (más que en Israel, donde es de 300) (6). Mientras el gobierno israelí anuncia la construcción de más y más viviendas en las colonias ilegales, lxs permisos de construcción son sistemáticamente negados a lxs palestinxs, que enfrentan la amenaza permanente de que sus casas sean demolidas, o de ser expulsados de las que ocupan para entregárselas a colonos judíos (como ocurre en Jerusalén Este).

 

Es por eso que cada vez más se habla de un régimen de apartheid (tal como está definido en la Convención Internacional para la erradicación y sanción del crimen de Apartheid de la ONU y en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Recientemente el comité CERD de la ONU (encargado de monitorear el cumplimiento de la Convención internacional para la eliminación de la discriminación racial) emitió una durísima condena al régimen aplicado por Israel sobre el pueblo palestino, calificándolo de apartheid. Y la realidad es que, aunque sea inadmisible en pleno siglo XXI, en el conjunto de la Palestina histórica existen hoy dos pueblos sujetos -por el mismo gobierno- a dos sistemas de leyes y a políticas completamente diferentes. (7)

Resistencia y solidaridad latinoamericana

En los años Sesenta y Setenta, los partidos de izquierda y sobre todo los movimientos revolucionarios de América Latina desarrollaron vínculos de solidaridad con las organizaciones de la resistencia palestina. Las derrotas y desarticulación de unos y otras llevaron a un debilitamiento de esos lazos; sobre todo a partir de los Noventa, cuando el tramposo proceso de Oslo coincidió con la hegemonía neoliberal en nuestro continente.

En la última década, coincidiendo con la crisis de legitimidad y liderazgo de los actores políticos históricos (sobre todo a partir de la ruptura entre Hamas y Fatah), ha surgido en Palestina una generación de activistas sociales que impulsan -desde 2005- el movimiento BDS (boicot, desinversión y sanciones) como la estrategia más efectiva para obligar a Israel a poner fin al sistema de ocupación, colonización y apartheid y a respetar las resoluciones de la comunidad internacional.

El movimiento BDS, que reúne a casi 200 organizaciones de la sociedad civil palestina, incluyendo sindicatos, mujeres, campesinos, ONGs, organizaciones de base, políticas y religiosas (tanto cristianas como musulmanas) fundamenta su discurso estrictamente en el Derecho Internacional Humanitario y de los DDHH, sosteniendo que la comunidad internacional tiene la responsabilidad de tomar medidas eficaces para que Israel deje de ser un Estado que está por encima de la ley. Saben que para ello no cuentan con los gobiernos del mundo, pero confían en que los pueblos organizados sean los que presionen y exijan a sus países tomar medidas en esa dirección. El movimiento -que tiene adherentes dentro del mismo Israel (8) – ha logrado en pocos años éxitos significativos, sobre todo en el boicot económico y cultural.

Estos nuevos actores palestinos han decidido apostar fuerte a América Latina como aliada estratégica, y se han propuesto como prioridad desarrollar vínculos con los movimientos sociales de la región. En particular la organización palestina Stop the Wall ha construido en los últimos años relaciones significativas con la Vía Campesina de Brasil.

El primer fruto de esa apuesta es haber logrado colocar la cuestión palestina en la agenda del Foro Social Mundial. Así, a fines de noviembre tendrá lugar en Porto Alegre el FSM “Palestina libre”, donde por primera vez se reunirán cara a cara cientos de activistas populares de Palestina con representantes de los principales movimientos sociales de nuestro continente y del mundo.

El principal objetivo de esta iniciativa es dar un salto cualitativo en la solidaridad latinoamericana -y mundial- hacia Palestina, sobre todo para impulsar el movimiento global de BDS (que en nuestra región probablemente debería empezar por revisar el tratado de libre comercio MERCOSUR-Israel). El Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) ya viene desarrollando encuentros de solidaridad con los agricultores palestinos, y se ha comprometido -junto con la Central Única de Trabajadores (CUT)- a liderar el proceso hacia Porto Alegre.

Como antecedente, a fines de noviembre del año pasado tuvo lugar en la Escuela Florestán Fernandes del MST (Guararema, Sao Paulo) el Primer Encuentro Nacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino, en el que participaron la Vía Campesina, la Marcha Mundial de las Mujeres, la Comisión Pastoral de la Tierra, el Movimiento de Afectados por las Represas, entre otros movimientos, organizaciones y partidos políticos.

Según expresaron en la Declaración final, “los trabajadores y trabajadoras de los diversos movimientos y organizaciones (…) una vez más, reafirmamos nuestro pleno apoyo y solidaridad con la lucha justa y legítima del pueblo palestino.

“Durante los tres días de debate y construcción colectiva, los movimientos sociales brasileños encontraron denominadores comunes que guiarán nuestra lucha por la solidaridad. Nuestro reto es transformar estos puntos en los ejes de un gran movimiento social y político de masas de carácter internacional para garantizar el trabajo decente, la vida y la libertad para el pueblo palestino.”

Para que ese encuentro entre Palestina y América Latina sea posible y exitoso, el primer desafío que tenemos por delante es hacer ver cuánto tenemos en común, y conectar la causa de Palestina con nuestras muchas y diversas luchas: la de nuestros pueblos indígenas, movimientos campesinos y ecologistas por la justicia climática, la defensa de la madre tierra, el territorio y sus bienes naturales; la lucha por el agua como derecho humano y bien común; las redes anti-militaristas que denuncian y combaten las pretensiones geopolíticas hegemónicas del imperio; los derechos humanos y de los pueblos como horizonte ético común; las comunidades de base, los movimientos ecuménicos e interreligiosos; los sindicatos independientes, los grupos cooperativos, los productores familiares y las redes de economía solidaria; las organizaciones de mujeres, feministas y por la diversidad sexual; los movimientos estudiantiles y juveniles; las articulaciones de lucha contra el racismo, la discriminación y los fundamentalismos de cualquier tipo.

Uruguay, además, tiene una responsabilidad particular, porque en 1948 su voto en la ONU fue decisivo para la creación del Estado de Israel, que despojó al pueblo palestino y lo convirtió en refugiado en su propio territorio y alrededor del mundo.

La violencia impune, el abuso cotidiano, la represión sin límite y el castigo colectivo de los que soy testigo en Palestina me recuerdan con demasiada frecuencia los tiempos siniestros de nuestras dictaduras sudamericanas. Tal vez por eso siento -al decir de Nelson Mandela- que mi libertad no está completa sin la libertad de lxs palestinxs.

Esperemos que todos y todas nos demos cita a fines de noviembre en Porto Alegre, para acordar estrategias comunes de lucha que nos permitan avanzar hacia la descolonización y la liberación de Palestina, y también de nuestros territorios físicos y mentales.

NOTAS

(1) Esto es particularmente enfatizado por las poderosas corrientes del cristianismo sionista, surgido en EEUU (donde sus recursos y su poder de incidencia política y mediática son muy similares a los AIPAC, el poderosísimo lobby sionista) pero presente en todo Occidente. No hay espacio en este artículo para profundizar en el fenómeno.

(2) Jeff Halper, Director del Comité Israelí contra las demoliciones de casas (ICAHD).

(3) La limpieza étnica puede definirse como la expulsión forzosa y violenta de un grupo étnico, nacional o religioso de un territorio dado, con motivaciones políticas o ideológicas, y para repoblar el territorio con colonos pertenecientes al pueblo agresor. Es considerada un crimen de lesa humanidad según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.

(4) Miko Peled, “La limpieza étnica de un pueblo inventado”.

(5) El IV Convenio de Ginebra prohíbe al poder ocupante trasladar parte de su población al territorio ocupado, así como explotar, apropiarse o destruir los recursos y propiedad de la población ocupada.

(6) Informe de Amnistía Internacional : “Troubled waters: Palestinians denied fair access to water“.

(7) Para conocer más sobre las leyes y políticas concretas de apartheid dentro de Israel y en los territorios ocupados, recomiendo leer mi artículo en este blog: “Haciendo visible el apartheid israelí”.

(8) Por ejemplo, la Coalición de Mujeres por la Paz (creadora del sitio ¿Quién lucra?) y Boicot desde Adentro.

Blog de la autora: http://mariaenpalestina.wordpress.com/

 

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